La Ley Orgánica de Educación (LOE), vigente desde 2006, regula cómo y cuándo debe impartirse la enseñanza religiosa en Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato y concede además la potestad a las jerarquías católica, musulmana, evangélica y judía para llenarla de contenido. Pero nada dice de la materia alternativa. Se limita a indicar que los niños no deben quedar sin tutela e insiste en que no pueden tratar ningún asunto relacionado con el currículo escolar. Por eso cada centro se convierte durante esas horas en un pequeño mundo autónomo, donde la voluntad del profesor determina si se pierde el tiempo o se ofrece algo útil al alumnado.
Algunos responsables de colegios e institutos optan claramente por la segunda opción, aún a sabiendas de que en cierta forma están desafiando la ley. Así ocurre en un gran centro público bilingüe de la zona norte de Madrid, cuyo claustro ha decidido que se imparta clase de Conocimiento del Medio en castellano mientras los otros reciben adoctrinamiento. En Castilla-La Mancha, el delegado de Educación, Eugenio Alfaro, sabe que en algunos colegios de Cuenca los niños "juegan a las matemáticas", que no es lo mismo que "recibir clase de Matemáticas", un truco para salir del atolladero de forma airosa.
Pero se trata de excepciones. "Muchas veces nos llegan quejas de padres porque hay profesores muy religiosos en colegios públicos que obligan a los alumnos laicos a permanecer dos horas de brazos cruzados. Eso es una barbaridad", añade.
En los centros privados católicos, la mayoría financiados por el Estado, no existen clases de Atención Educativa Debida. Según sus portavoces, por falta de demanda. "Nuestros alumnos nos eligen por ser católicos. No tendría sentido que se negaran a asistir a clase de Religión", dice María Rosa de la Cierva, secretaria de la provincia eclesiástica de Madrid y mano derecha del obispo Antonio María Rouco. De la Cierva expresa su disgusto porque "muchísimos centros públicos programan la clase de Religión a primera o última hora, de forma que los laicos se pueden ir a sus casas. No puede ser. No se puede colocar la Religión en situación de desventaja". De la Cierva comenta que ya han denunciado esta situación ante la Consejería de Educación de Madrid, y que desde el Gobierno de Esperanza Aguirre se les ha prometido que extremarán la inspección.
¿Por qué les molesta lo que hagan los otros niños si sus alumnos ya reciben la formación religiosa que eligen dentro del colegio? Rosa de la Cierva apenas tarda un segundo en contestar: "El Concordato entre el Gobierno español y la Santa Sede exige la consideración de la Religión como asignatura fundamental, al mismo nivel que las Matemáticas. El Concordato está para cumplirlo". Los obispos del País Vasco y Baleares han denunciado ante los tribunales a los Gobierno autónomos por permitir este escaqueo durante el Bachillerato. El Vaticano, en un comunicado reciente, ha recordado a sus obispos que deben oponerse en cada país a las enseñanzas alternativas.
Tal vez en el trasfondo del malestar asoma el desafecto creciente de las familias a inscribir a sus hijos en Religión. Los últimos datos oficiales, los del curso escolar 2006-2007, dibujan una curva descendente que se hunde tras las primeras comuniones, en cuarto de Primaria. Más de la mitad de los alumnos de ESO eligen alternativa y en bachiller la cifra se reduce casi a testimonial.
Algunos responsables de colegios e institutos optan claramente por la segunda opción, aún a sabiendas de que en cierta forma están desafiando la ley. Así ocurre en un gran centro público bilingüe de la zona norte de Madrid, cuyo claustro ha decidido que se imparta clase de Conocimiento del Medio en castellano mientras los otros reciben adoctrinamiento. En Castilla-La Mancha, el delegado de Educación, Eugenio Alfaro, sabe que en algunos colegios de Cuenca los niños "juegan a las matemáticas", que no es lo mismo que "recibir clase de Matemáticas", un truco para salir del atolladero de forma airosa.
Pero se trata de excepciones. "Muchas veces nos llegan quejas de padres porque hay profesores muy religiosos en colegios públicos que obligan a los alumnos laicos a permanecer dos horas de brazos cruzados. Eso es una barbaridad", añade.
En los centros privados católicos, la mayoría financiados por el Estado, no existen clases de Atención Educativa Debida. Según sus portavoces, por falta de demanda. "Nuestros alumnos nos eligen por ser católicos. No tendría sentido que se negaran a asistir a clase de Religión", dice María Rosa de la Cierva, secretaria de la provincia eclesiástica de Madrid y mano derecha del obispo Antonio María Rouco. De la Cierva expresa su disgusto porque "muchísimos centros públicos programan la clase de Religión a primera o última hora, de forma que los laicos se pueden ir a sus casas. No puede ser. No se puede colocar la Religión en situación de desventaja". De la Cierva comenta que ya han denunciado esta situación ante la Consejería de Educación de Madrid, y que desde el Gobierno de Esperanza Aguirre se les ha prometido que extremarán la inspección.
¿Por qué les molesta lo que hagan los otros niños si sus alumnos ya reciben la formación religiosa que eligen dentro del colegio? Rosa de la Cierva apenas tarda un segundo en contestar: "El Concordato entre el Gobierno español y la Santa Sede exige la consideración de la Religión como asignatura fundamental, al mismo nivel que las Matemáticas. El Concordato está para cumplirlo". Los obispos del País Vasco y Baleares han denunciado ante los tribunales a los Gobierno autónomos por permitir este escaqueo durante el Bachillerato. El Vaticano, en un comunicado reciente, ha recordado a sus obispos que deben oponerse en cada país a las enseñanzas alternativas.
Tal vez en el trasfondo del malestar asoma el desafecto creciente de las familias a inscribir a sus hijos en Religión. Los últimos datos oficiales, los del curso escolar 2006-2007, dibujan una curva descendente que se hunde tras las primeras comuniones, en cuarto de Primaria. Más de la mitad de los alumnos de ESO eligen alternativa y en bachiller la cifra se reduce casi a testimonial.
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